Las investigadoras del VHIO, Laura Soucek y Elena Garralda.
EL MUNDO
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El fármaco Omomyc, desarrollado en el Instituto de Oncología del Vall d’Hebron, es el primero dirigido al oncogen MYC que completa la fase I
Da un paso adelante la investigación clínica de Omomyc, el fármaco contra el cáncer desarrollado en el Vall d’Hebron Instituto de Oncología (VHIO).
Los datos de un ensayo en fase I, que se presentarán este viernes en el 34º Congreso EORTC-NCI-AACR que se celebra en Barcelona, señalan que el medicamento, una mini-proteína terapéutica, tiene pocos efectos secundarios, es tolerable y “en algunos pacientes consigue estabilizar la enfermedad”, según ha señalado el centro hospitalario en un comunicado.
El trabajo estaba diseñado para evaluar principalmente la seguridad del fármaco, por lo que todavía es pronto para sacar conclusiones sobre la eficacia del tratamiento.
En estudios preclínicos previos, Omomyc, que se dirige al oncogen MYC, ha mostrado que es capaz de frenar el crecimiento y reducir el grado tumoral en distintos modelos tumorales, como el de cáncer de pulmón no microcítico, uno de los más agresivos y difíciles de tratar.
Según los resultados que se presentarán en el citado congreso, que aún no han sido publicados en una revista científica, los efectos secundarios adversos relacionados con el tratamiento son en su mayoría leves. Los más comunes fueron reacciones a la administración intravenosa del fármaco, como escalofríos, fiebre, náuseas, sarpullido y presión arterial baja.
El ensayo, de fase I, se realizó en 22 pacientes con diferentes tipos de tumores sólidos, como cáncer de páncreas, intestino y pulmón. Los afectados habían recibido al menos tres tratamientos previos sin éxito antes de ser incluidos en el ensayo con Omomyc, que ha sido desarrollado para inhibir a un oncogen directamente implicado en la proliferación y metabolismo de las células tumorales. Se estima que hasta en el 70% de todos los tipos de cáncer este oncogen, MYC, está desregulado.
De los 22 pacientes analizados, el equipo de investigadores consideró cinco como no evaluables, ya que tuvieron un deterioro clínico muy rápido, sin que se pudiera completar el plan de tratamiento.
De los 17 pacientes restantes, 12 se sometieron a una tomografía computerizada 9 semanas después de la infusión del tratamiento, tal como estaba protocolizado (el resto tuvo que realizarse la prueba antes) y en 8 de ellos se observó una estabilización de la enfermedad y una detención del crecimiento del tumor.
“Todavía es muy pronto para evaluar la actividad del fármaco, pero estamos viendo la estabilización de la enfermedad en algunos pacientes. Es destacable el caso de un paciente con cáncer de páncreas que permaneció en estudio durante más de seis meses, y en el que el tumor se redujo en un 8% y hubo una reducción del 83% en el ADN derivado del tumor que circula en el torrente sanguíneo. También hay un paciente con un tumor de la glándula salival cuya enfermedad se mantiene estable y todavía está en el estudio después de 15 meses, y un paciente con sarcoma, que había respondido muy poco a tratamientos previos, que se mantuvo estable 8 meses”, señala Elena Garralda, directora de la Unidad de Investigación de Terapia Molecular del Cáncer (UITM)-CaixaResearch del VHIO y miembro del comité científico del congreso.
“Todavía queda mucho recorrido por delante pero estamos contentos porque es la primera vez que un inhibidor de MYC consigue llegar a la fase clínica de investigación y demuestra que tiene un perfil de toxicidad leve. Además, también hemos podido observar que en algunos de estos pacientes se producía la inhibición de MYC que esperábamos”, añade Garralda.
En el trabajo, el equipo también ha identificado una firma de cuatro citoquinas que, según los datos preliminares, parece que podrían ayudar a determinar qué pacientes pueden beneficiarse en mayor medida del tratamiento. Sin embargo, es necesario confirmar la eficacia de este marcador en estudios posteriores.
El ensayo, que también estaba diseñado para comprobar la farmacocinética del fármaco, mostró que la vida del medicamento en el organismo era suficiente para poder ejercer su efecto terapéutico.
“Que un fármaco que inhibe MYC haya completado por primera vez una fase I es un paso muy importante. MYC es un factor de transcripción que está implicado en el desarrollo y comportamiento de muchos tipos de cáncer y durante mucho tiempo se pensó que era una diana inalcanzable”, señala la investigadora.
Antes de pasar a la fase II, el equipo explorará diferentes estrategias, como la posibilidad de combinar el fármaco con otros tratamientos oncológicos para evaluar si la sinergia potencia los efectos terapéuticos.
Los primeros ensayos en humanos se han realizado después de más de 20 años de investigación sobre cómo inhibir la acción de MYC, una línea de trabajo que inició Laura Soucek, codirectora del Programa de Investigación Traslacional y Preclínica y jefa del Grupo de Modelización de Terapias Antitumorales del VHIO y que tras el desarrollo inicial realizado en el VHIO ha continuado a través de la spin-off Peptomyc.
Source:
https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/salud/2022/10/26/6357e280e4d4d8c33a8b4583.html